Bienestar

Mamá deprimida, bebé sin sueño…

bebé durmiendo

S

i hay algo que todo el mundo sabe acerca de los bebés recién nacidos es que no duermen toda la noche, y tampoco lo hacen sus padres. Los seis primeros meses de vida son cruciales para el desarrollo de patrones regulares de sueño y vigilia, conocidos como ritmos circadianos, que todo niño necesita para un futuro saludable.

 

Un estudio encontró que los bebés cuyas madres experimentaron depresión en algún momento antes de que quedaran embarazadas, o que desarrollaron problemas de estado de ánimo mientras estaban embarazadas, son mucho más proclives a tener patrones de sueño caóticos en el primer medio año de vida que los bebés nacidos de madres que no tuvieron depresión.

Por ejemplo, los infantes nacidos de madres deprimidas toman más siestas durante el día, requieren más tiempo para logrardormir, y se despiertan más a menudo durante la noche. Ésta es una forma infantil del insomnio que millones de adultos conocen muy bien. Esto, no sólo empeora las noches sin sueño de los padres y las madres, sino que también puede poner a estos niños en la senda hacia su propia depresión más adelante en la vida.

Pero esto no significa que los bebés nacidos de madres deprimidas estén condenados a seguir los pasos de sus madres, aún cuando la depresión tiende a continuarse en las familias, dijo Roseanne Armitage del Laboratorio de Sueño y Cronofisiología de la Universidad de Michigan.

Tampoco significa que los padres y madres que no hayan sufrido depresión puedan ignorar la importancia del sueño de sus bebés. Lo importante es que todas las familias, especialmente las que tienen un historial de depresión, deben prestar mucha atención a las condiciones que crean para el sueño de sus infantes desde el nacimiento.

El mantener un horario regular para dormir es increíblemente importante, tanto para los niños como para los adultos

El mantener un horario regular para dormir es increíblemente importante, dice Armitage. Tanto para los niños como para los adultos, cuanto más estable sea la hora de ir a dormir, menos caótico es el sueño durante la noche.

Los infantes y los niños chicos necesitan una siesta durante el día para obtener todo el sueño que necesitan, de 11 a 18 horas en los primeros dos meses después del nacimiento, de 11 a 15 horas en los próximos diez meses y de 12 a 14 horas entre el primer y tercer año. Además, los recién nacidos se despiertan durante la noche cuando necesitan alimentación. El ir a la cama a la misma obra, levantarse a la misma hora, y el establecimiento de rituales cuando llega la hora de irse a dormir ayuda a que los infantes comiencen a distinguir entre el sueño de la noche y el sueño del día, señala Armitage.

Armitage y su equipo han dedicado años al estudio de las conexiones entre el sueño y la depresión, a los ritmos circadianos, la exposición a la luz y la oscuridad y a otros factores que aparentemente hacen una diferencia en el sueño y en el estado de ánimo. A lo largo de la última década han mostrado que todo esto tiene vínculos muy fuertes.

Fuente: Universidad de Michigan

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