Diversas

Mi niño

Escrito por: Carmina Reyes C. de Núñez

M

i niño no es mío, yo sólo estoy de paso por su vida, la vida nos coincidió, nos pertenecemos triste y gramaticalmente, yo soy "SU" maestra...él es "MI" alumno, sucedió ayer...
Me dio una bofetada con su mano aún de poca fuerza, lastimó más que mi mejilla, mi alma... y desde luego, mi absurdo y humillado ego cuando escuché el "tzzzzzzzzzzzz" prolongado del grupo, que tan atónito como yo, negaba crédito a lo ocurrido.

Mis ojos como manantiales dejaron brotar el llanto, mi garganta se cerró cual embotellamiento citadino... el silencio invadió el aula,  que con los rayos del sol, se llenó de luz que era una promesa: A partir de hoy, mi niño y yo seríamos cómplices, ahora podríamos victimizarnos juntos y exigirle a la vida la atención de sus padres, pedir amor, mandarlos a terapia, o por lo menos a misa, (en el mejor sentido de la frase).
Hicimos un convenio sin palabras, mi niño es dueño del "yo quiero" yo soy dueña de "yo puedo" con tu quiero y con mi puedo, como diría Benedetti, “¡Vamos juntos, compañero!”
Tardé más en decir: Está suspendido,  que su madre en echarle "ojos de pistola".
El problema, no es problema.... diría Arjona, el problema no es la cachetada que me propinó mi niño, el problema está por venir,  si a sus escasos siete años, si, SIETE, golpea a diestra y siniestra personas y objetos....
¿Cómo expresará su ira a los quince?
¿Quién será la próxima persona a quien golpeará?
Mi niño es dueño del "yo quiero" yo soy dueña de "yo puedo" con tu quiero y con mi puedo, como diría Benedetti, “¡Vamos juntos, compañero!” ¿Así habrán sido Judas, Hitler o el "mochaorejas" cuando niños?
¿Cuándo mi niño sintió desamor o abandono?
¿Qué falta o cuánto tiempo para perder el control sobre mi niño?
¿Acaso ya perdimos el timón y no lo notamos?
¿..Y si se hace drogadicto, o delincuente?

Mil preguntas y una más pasaron por mi mente, mil temores y cien más por mi corazón… Me sentí tan sola, impotente, indefensa y desprotegida.... como pocas, muy pocas veces en mi vida.
Dios, bendíceme por favor, repetía mentalmente una y otra  vez.
Mis pies, estaban helados, mis piernas, temblorosas, mi voz áspera y hueca, mi mente lejana y presente al mismo tiempo, Dios, ayúdame por favor!! te lo pido por amor, por el amor de tu amado hijo,  permite que estos padres, puedan amar al suyo, dame fuerza para sostenerme y proteger a mi niño, en este mar de abandono y negligencia....

Finalmente tomamos acuerdos: ellos: apoyo profesional familiar; yo: la parte intelectual...
Sentí paz, con gran temor de que fuera efímera, la fe me sostuvo y mi alma volvió a confiar... en los acuerdos escritos, por si la memoria falla, en la alegría, por si el recuerdo vuelve, en las experiencias "non gratas", que siempre enseñan, en la porción del espíritu divino que habita en cada ser humano,
Y recuperé la fé, la esperanza, la ilusión de que mi niño honrará a sus padres, a su escuela, a su patria...
Ahora, gracias a mi niño, cambié: el dolor del ego herido, por la bandera de la solidaridad; el prejuicio del respeto, por el respeto a los derechos de mi niño; el estandarte del deber, por el escudo del querer; la obligación de mi trabajo, por la lealtad a mi vocación...
Gracias mi niño amado, ahora nos pertenecemos más allá de la gramática y de la retórica, somos....cómplices.

Escrito por: Carmina Reyes C. de Núñez
Profesora.

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