Bienestar

Ni a ti

ni-a-tiJimena salió de ese motel de mala muerte, infestado de pulgas hambrientas y listas para succionar los litros de sangre existentes en sus venas. Veía venir la desventura al involucrarse, sentía la ambivalencia que se presenta cuando estás inmersa en una relación mal sana y de todo corazón quiso alejarse pero pudo más su ignorancia y su ilusión.

María estaba acostumbrada a trabajar entre hombres, comía machismo, consumía malos chistes alusivos de forma denigrante al sexo femenino, respiraba autodefensa y dormía en colchones de resistencia. El dolor de cabeza al llegar a casa  venía de regalo en el paquete de condones sin usar. Bebía cansancio hasta la saciedad.

Liliana se tomó la mitad de un frasco de pastillas para la depresión después del abandono de su esposo: “Se fue con otra más joven”, dijo a la enfermera del hospital cuando le retiraron el suero. La enfermera del hospital empató con su historia y le contestó: “Estoy segura que aún la ama, cuando se dé cuenta, regresará”

Miriam no volvió a sostener ninguna relación amorosa, resulta que su novio con el que vivió durante ocho años era homosexual y lo cachó teniendo relaciones sexuales con Pablo, hermano de Miriam, en su cama-recién comprada. Miriam, le llora todas las noches a aquel amor que decidió cambiar de preferencias sexuales.

Julieta ¡ay Julieta! sigue esperando a Romeo y Romeo todavía no logra salir del papel de Shakespeare. Es de las que se siente princesa en el sentido literal y continúa sentándose por las tardes frente a la ventana a la espera del corcel blanco que lleve en su lomo a Romeo y a Romeo-claro- con una maleta llena de falsas expectativas.

Jimena dejó que se alargara la agonía durante meses enteros. Es la verdad. Se dejó seducir por la ignominia, el vicio de la pasión, besos de intensidad maniática, esperanza trastornada, desbordantes mentiras e interminables lágrimas.

María se amargó y dejó de luchar, entro al camino de la autodefensa y con el paso del tiempo ese camino se volvió un laberinto sin puertas de salida.

Liliana aceptó de regreso a su esposo y cada que se presenta la oportunidad revisa su celular, la desconfianza duerme entre ellos todas las noches, se baña con Liliana y la acaricia por las tardes. Está lejos de la paz, de la tranquilidad y muy, muy lejos del amor.

Miriam dejó de llorar pero sigue sentida por su pasado, no ha logrado tocar la esquina del olvido y de vez en cuando contempla su celular a la vez que se repite a sí misma: “Al menos fue por un hombre y no por otra mujer más joven o más bonita que yo.”

Julieta sigue rechazando la realidad, desprecia a los hombres reales que se acercan a su vida, falsamente ilusionada con la vida de una princesa de cuento.

Todas estas mujeres están estancadas en la falsa apreciación de la realidad y no pueden superar el dolor, entonces lo esconden y se crean vidas que están muertas en el mundo terrenal. Como integrante del mismo género, estas historias me aterran, me llenan de rabia porque me encantaría zangolotearlas internamente y hacerles ver que no deben permitir esa clase de vida.

Muchas de nosotras cuando nos enteramos de situaciones similares o parecidas a éstas, señalamos, juzgamos y decretamos ¡que tonta! Me parece que es momento de decretar cosas distintas. No sabemos, no conocemos, no sentimos igual aunque seamos parte de un mismo género y entonces, no podemos emitir un juicio sin el conocimiento indispensable de los hechos, de los sentimientos.

Yo, hoy, no juzgo ni a Jimena, ni a María, ni a Liliana, ni a Miriam, ni a Julieta… ni a ti. No tengo el derecho de hacerlo, nadie lo tiene. Pero sí les digo que son valiosas, hermosas y que tienen derecho de sentirse así; la compañía que les provoca lo contrario no debe estar junto a ustedes. Me encantaría que se dieran cuenta que las relaciones que las mantienen en un estado de vergüenza interna y de desesperación constante no pueden ser buenas ¡MUJERES DESPIERTEN!

Les deseo la vista, sí, deseo que pronto se vean y se valoren, se quieran y se tengan. Espero que algún día se percaten de que lo peor del mundo no es estar sola sino estar con alguien a quien no conocen, que no las quiere, ni las respeta, es decir, ustedes mismas. Son sus peores enemigas pero pueden ser sus mejores amigas, sus aliadas, sus espejos, esos que reflejen a la verdadera persona que llevan dentro.

¡MUJERES OJALÁ DESPIERTEN!

Escrito por: Evangelina Jiménez Olvera

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