La oferta de literatura infantil y juvenil es muy variada. Mantenerse al día es difícil y, en ocasiones, son los propios niños los que demandan títulos o colecciones concretas que se ponen de moda.
* En los dos primeros años de vida los libros serán un elemento más para descubrir, morder y tocar. Existen en el mercado ejemplares de tela y plástico, sonoros y sensoriales.
* Entre los 2 y los 4 años, el libro comienza a ser diferenciado como tal. Triunfan los que enseñan de una manera distinta los elementos que están aprendiendo: la diferencia entre el frío y el calor, arriba y abajo, dentro y fuera... También son recomendables los que explican realidades grandilocuentes como el Sol, la Luna y los planetas.
* Desde los 4 a los 7 años, el niño comienza a desarrollar su identidad individual. En esta etapa es fundamental la imaginación, pero con historias narradas dentro de la lógica a la que habrá que sumar un final feliz. Además, comienzan a familiarizarse con los valores a través de obras como Verdi de Janel Cano, en la que animales de la selva cuentan una historia solidaria contra el racismo. Por supuesto, triunfan las aventuras del personaje creado por Violeta Denou: Teo. El autor galés universalmente consagrado en la literatura de cuentos, Roald Dahl, ha escrito también obras aptas para estos años como sus Cuentos en verso para niños perversos, una versión muy original de la Cenicienta, Blancanieves y los siete enanitos, Caperucita Roja, etc.
* Entre los 7 y los 9. La edad de los porqués comienza a los siete años y dura, al menos, hasta los nueve. En esa etapa todo es blanco o negro: los buenos son muy buenos, los malos muy malos, y todo desprende grandes dosis de imaginación. Gloria Fuertes escribió para ellos el Diccionario estrafalario. También Bernardo Atxaga escribió Shola y los jabalíes para que fuera leído por primera vez en esta época de la vida. Michael Ende (La sopera y el cazo y El secreto de Lena), Eduardo Galeano (La piedra arde), Maite Carranza (Prohibido llover los sábados), son autores que firman sus obras dedicándolas a esta edad. Y no nos podemos olvidar de El pequeño Nicolás de René Goscinny y Sempé, o las aventuras de Celia de Elena Fortún.
* Entre los 9 y los 12 años es el momento de las aventuras, de la ciencia ficción, del amor sin melodrama. Así comienzan a introducirse en las novelas de misterio y aventuras con protagonistas chistosos, populares y valientes con los que se comparten la edad. También es un buen momento de enfrentarse a fantasmas y brujas, ya que es una fórmula para superar miedos. Se podría inaugurar esta etapa con La Isla del Tesoro de Roberto L. Stevenson, o el éxito desde hace una década Cuando Hitler robó el conejo rosa de Judith Kerr. Por supuesto, entra en escena el fenómeno creado por Elvira Lindo: Manolito Gafotas, en dura compentencia con Harry Potter, de la también escritora Joanne K. Rowling. Julio Verne (La vuelta al mundo en 80 días, 20.000 leguas de Viajes Submarino), Tolkien (El Hobbit, El señor de los anillos), Mark Twain (Las aventuras de Tom Sawyer), Quino (Mafalda), Richmall Crompton (Guillermo el Travieso) y L. M. Alcott (Mujercitas) son algunos ejemplos de la vasta literatura escrita para estas edades. Pero sobre todo, es la época de ver los chicos y las chicas sumergidos entre las páginas de Enid Blyton y sus intemporales Los Cinco, Los Siete Secretos o Las mellizas; igual que toda la saga de las Pesadillas de R.L. Stine, El Club del Misterio de Fiona Kelly o Alfred Hitchcock y los Tres investigadores de R. Arthur.
* Por último, se llega a la etapa más difícil y determinante: la que abarca hasta la mayoría de edad. Se debe mantener el atractivo por la lectura, potenciar su entrega dependiendo del carácter de cada persona, pero los padres poco podrán hacer a partir de ahora en la elección de los libros. Se abandona la literatura propiamente infantil y pre-juvenil, y se enfrentan a la literatura en todos sus géneros. De todas formas, habrá una inclinación por parte del adolescente y el joven hacia un tipo de historias, y tal vez un desconocimiento de dónde encontrar lo que buscan, por lo que siempre serán bien recibidos los consejos.
Clásicos y autores consagrados
Escritores consagrados han tenido siempre una inclinación por añadir a su obra libros dirigidos a niños y jóvenes. Roald Dahl y Bernardo Atxaga son dos ejemplos de escritores fundamentalmente de obras infantiles y juveniles, aunque sus libros son leídos en todas las edades. Pero también autores tan serios como Graham Greene (Todo marcha sobre ruedas), Ana María Matute (Todos mis cuentos), Rosa Montero (Las barbaridades de Bárbara), Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca y Rafael Alberti (Mi primer libro de poemas), Lewis Carroll (Alicia en el País de las Maravillas), Kipling (El libro de la selva), Carmen Martín Gaite (Caperucita en Manhattan), Manuel Rivas (Bala perdida), Tolstoi (Cuentos para niños), Pedro Antonio de Alarcón (Historietas nacionales), Carlos Dickens (Las recetas del doctor Mari Gold), Emilia Pardo Bazán (Cuentos) o Becquer (Las leyendas) han completado sus colecciones con obras dirigidas a los más pequeños.
No en vano, obras maestras de la Literatura Universal se corresponden al género infantil y juvenil. Es el ejemplo de La Isla del Tesoro (Stevenson), Tom Sawyer (Mark Twain), La historia interminable (Michael Ende), El Señor de los Anillos (Tolkien), Don Camilo (Guareschi), El Principito (Antoine de Saint-Exupéry), Adiós cordera (Leopoldo Alas Clarín), Las aventuras de Zalacain el Aventurero (Pio Baroja), Corazón (E. de Amicis), La abeja Maya (Bonsels), Peter Pan (Barrie), Emilio y los detectives (Kaestner) o La llamada de la selva (Jack London). Entre todos ellos conforman una sopa de letras de lo más apetecible.
Fuente: Eroski