Desde la producción de un alimento hasta que el comerciante lo pone en la mano del cliente, o hasta que se coloca en la mesa, existe un proceso que muchos desconocemos.
Pocos saben que la carne contiene químicos y hormonas que afectan nuestra salud de manera considerable, sobre todo si se ingiere en exceso. Recientemente, sonó el caso de los cinco jugadores de la Selección Mexicana de fútbol que resultaron positivo por clembuterol, una sustancia que disuelve ó elimina la grasa y que en muchos países está prohibido utilizar en la cría de ganado.
De acuerdo con alertas emitidas por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), cuando el ganado es alimentado con clenbuterol, las vísceras crecen en exceso, como el caso del hígado. Sin embargo, es difícil notar la diferencia entre una carne contaminada y una sana.
Para evitar que tu familia esté expuesta a los efectos de carnes contaminadas o alteradas, te dejamos algunas recomendaciones para cocinar más saludablemente.
No compres carne industrial. El problema viene desde la forma en que son criados los animales para consumo humano. Desde la poca higiene que existe en los criaderos hasta la alimentación tan pobre y las terribles condiciones de vida de los animales. La industria ganadera debe producir mucho en menos tiempo, y por eso es que utilizan hormonas y demás sustancias que alteran el organismo. Si tienes alguna granja o rancho cerca, donde los animales vivan y crezcan en condiciones más naturales y saludables, es mejor que compres la carne allí, pues es menos probable que esté contaminada.
Reduce el consumo. Si no te es posible conseguir carne no industrial, entonces lo mejor que puedes hacer es reducir su consumo. Los nutricionistas concuerdan en que las carnes son un alimento que debes consumir en pocas cantidades. La carne roja se recomienda una o dos veces por semana como máximo.
Prefiere los cortes con poca grasa. Los gorditos son deliciosos, pero también es donde más se acumulan las hormonas y agentes contaminantes.
Revisa la caducidad y temperatura. Cuando compres la carne, asegúrate de que no haya pasado su fecha de caducidad y que la temperatura del refrigerador esté entre 3 y 5 grados centígrados.
Bien cocido. Hay gente a la que le gusta comer la carne a punto rojo, pero esto es muy riesgoso para la salud, pues estás invitando a las bacterias y demás contaminantes a entrar a tu organismo. Es mejor cocerla perfectamente.
Evita Fast Food. Actualmente es que las cadenas de comida rápida han fomentado un consumo excesivo, que además de exponerte a carne que no sabes de dónde proviene, provocan sobrepeso y una mala nutrición.