Bienestar

No todos los sueños deben terminar en despertar

no-todos-los-suenos-deben-terminar-en-despertarDebo contarles que he despertado de un sueño que, hoy digo, fue maravilloso. Conocí un espíritu que me llevó por caminos de poder, de competencia dura conmigo misma, me llevó a un pequeño lugar del que hoy guardo gratos recuerdos.

Como todo sueño tuvo sus partes inexplicables, sus partes llenas de amor, de odio, de violencia, de malentendidos, de sonrisas y finalmente de finales.

Durante el proceso me metí a varios laberintos, sobre todo internos, en los que mi alma fue sometida a la prueba de sobrevivir, mi buen humor no soltó su mano y así encontraron la salida.

Las nubes se hicieron grisáceas, frías, con mucha lluvia para que segundos después saliera el sol, se aclarara el cielo y pudiera percibir el arcoíris más completo, aunque ese panorama duraba sólo unos instantes.

A lo lejos por las montañas de la ignorancia apareció un monstruo dispuesto a llevarse lo que quedaba en aquel sueño, el aire soplaba con dureza y se avecinaba la tormenta más poderosa.

Corrí, esta vez corrí y no alcancé a subirme al auto del control, del bienestar, lo dejé ir. Así que aquel ser grande, fuerte y engañoso me lamió el hipotálamo y se comió mi personalidad sin eructar. La duda incitó mi cuerpo como si nunca la hubiera sentido y su saliva me pareció familiar, pero el miedo me permitió respirar.

Estuve bajo el árbol en el que me dejó algún tiempo y dormí dentro de mi sueño, profundamente, seriamente, cuando las estrellas iluminaban mi cielo soñado no quería despertar.

Pronto las estrellas se esfumaron como el humo de un cigarro inhalado y así desperté intranquila, triste y pensativa, pero segura y entonces entendí que aquella baba no era familiar.

Todavía no seca ¿saben? Aún hay partículas mojadas en mi ser, a veces evocan recuerdos de aquel sueño, algunos no son tan bellos como quisiera, otros nadan sobre la melancolía del recordar mismo, otros, entiendo, por mi despertar, se intercambiaron por realidades.

Piso hojas secas que han caído de los árboles del recuerdo, y el olvido las va recogiendo como van desprendiéndose.

Y estoy aquí, sin arcoíris, sin estrellas que alumbran como focos y sin luna llena, pero estoy despierta, conciente y alerta.

Con los ojos redondos de sonrisas y respiraciones muy propias, muy tenues, y sobre todo muy mías.

Después de levantarme de la cama, pensé que no querría volver a soñar, pero con el paso de los días he tomado la decisión de soñar despierta porque no todos los sueños deben terminar en despertar.

Escrito por: Eva Jiménez

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