Uno es un número muy solo
Escrito por: Gaby Vargas
Es la medianoche del 28 de julio de 1957. El ruido de todas las muñecas que caen de mi juguetero me despierta. La lámpara colgada en el centro de mi cuarto oscila de un lado al otro. Asustada corro a la recámara de mis papás y al ver que la cama está perfectamente tendida y vacía, experimento por primera vez el vacío de la soledad.
La nana que me cuida está igual de asustada que yo. Toda la casa se mueve y mis papás se han ido a una cena. Esa escena del cuarto vacío quedó grabada para siempre en mi memoria.
Tenía entonces cuatro años y a partir de ahí evité volver a sentirme sola. Quizá por eso desarrollé la facilidad para hacer amigas. Hoy día mi trabajo me exige estar mucho tiempo sola, investigando y escribiendo. Lo disfruto. Quizá por la certeza que tengo de que, en mi alma, estoy acompañada por
mi familia.
Sin embargo, sé que para muchas personas no es así. Por diferentes circunstancias se sienten solos a pesar de estar acompañados, o en realidad viven en soledad.
¿Una liberación?
Muchos amigos míos están divorciados. Algunos de ellos tienen como primera reacción un sentimiento de liberación: “Es una delicia, ¡puedo cambiarle al canal que yo quiera! Puedo apagar la luz a la hora que me dé la gana. Voy a donde quiera.”
Sin embargo, poco a poco llega esa sensación de soledad que crece, en especial los domingos por la tarde, y un día desean intensamente tener a alguien con quien amanecer.
Hasta 1969 la soledad sólo se mencionaba en los boleros o en las canciones de los Beatles, pero no en los textos científicos. Fue en 1970 cuando el doctor Robert Weiss, miembro del departamento de psiquiatría de la Universidad de Harvard, empezó a investigarla. En su libro Loneliness: The Experience of Emotional and Social Isolation, apunta que aunque hay miles de variantes en las personas que se sienten solas, se pueden dividir en dos grandes categorías: los que padecen
de aislamiento emocional, “la respuesta a la ausencia de cercanía, de intimidad, de apego” (quienes viven sin compañero, sin pareja). La segunda es el aislamiento social, que lo explica con una imagen: “Es como el niño que regresa enfermo de la escuela y su vecindario está vacío, no hay con quién jugar”, todos están en sus actividades (siente que no tiene a nadie en su vida).
La mayoría no lo acepta
Los colaboradores de Weiss se percataron de que al preguntarles a las personas si se sienten solas, la mayoría no lo acepta.
Como resultado, formularon un cuestionario donde nunca aparece la palabra solo. Después de los nuevos resultados, aún más reveladores, se dieron cuenta de que: “Nunca adivinarías quiénes son las personas que se sienten solas. CarganCuida el lenguaje corporal y envía señales positivas. Evita cruzar los brazos, fruncir el seño o mostrar nerviosismo pues son hábitos que alejan a los demás su infelicidad dentro de ellas mismas; sólo muestran ciertas
características, son retraídos, tensos, inquietos, poco atentos.
Son desconfiados, con baja autoestima y rara vez se atreven a pedir algún tipo de ayuda.” Aunque quieren conectarse con otra persona, el miedo a ser rechazados se los impide y crean así un círculo vicioso.
Los estudios concluyen que la soledad te puede enfermar, alterar el sueño, afectar tu desempeño, elevar la presión sanguínea y acortar el tiempo de vida. Sentirte solo no es un asunto momentáneo; es un dolor crónico emocional que afecta a casi 15 por ciento de la población. Esto me recuerda una
frase de Joaquín Vargas que con frecuencia recuerdo: “Llórate pobre, pero no te llores solo.”
Tu coeficiente de soledad
El doctor Russell, uno de los creadores de la Escala de la Soledad, de la UCLA, ha creado esta medida para determinar tu coeficiente de soledad. Los resultados del test son muy similares a los rangos de la escala original (que la reservan sólo para investigación). Contesta cada pregunta usando la
siguiente guía:
Nunca =1 Rara vez=2 Algunas veces=3 Siempre=4
1.- ¿Te sientes desafortunado (infeliz) haciendo cosas solo?
2.- ¿Sientes que no tienes a nadie con quién platicar?
3.- ¿Sientes que no toleras estar solo?
4.- ¿Te sientes como si nadie te entendiera?
5.- ¿Te encuentras solo esperando a que la gente te llame o escriba?
6.- ¿Te sientes completamente solo?
7.- ¿Te sientes incapaz de comunicarte con las personas que están a tu alrededor?
8.- ¿Sientes necesidad de compañía?
9.- ¿Sientes que te es difícil hacer amigos?
10.- ¿Te sientes excluido por otros?
Puntuación: suma tus respuestas. El promedio de soledad general es de 20 puntos. Un puntaje de 25 o más refleja altos niveles de soledad; 30 o más indican un nivel muy elevado de soledad y lo mejor es buscar ayuda profesional.
Para evitar la "antártica" del alma
Así le llama Weiss al sentimiento de soledad, lo cual me parece muy descriptivo. Aunque éste aparezca por causas externas, más allá del control de la persona —reubicación a una nueva ciudad, pérdida de la pareja, del trabajo, entre otras, puedes hacer algo para remediarlo. Aquí presento algunas propuestas:
• Esforzarse en salir de la casa, sólo para cambiar de aire, es un buen comienzo.
• Procurar establecer comunicación con otras personas: un comentario amable con el dependiente de la tienda puede suavizar lo duro del día.
• Dado que la autoestima de quien se siente solo suele bajar, vale la pena probar cualquier cosa que eleve la autoimagen—un entrenador personal, cambio de peinado, un nuevo atuendo o lentes de contacto morados.
• Involucrarse con alguna causa social. Esto puede ayudar a ver el mundo como un lugar más amable.
• Unirse a alguna asociación o grupo de estudio que tenga un proyecto pero que no sea una actividad pasiva: buscar acciones, tareas de actividad donde los participantes tengan algo que hacer y de qué hablar forzosamente.
• Pedir pequeños favores a algún compañero de trabajo, algo así como que busque alguna información o pida a un vecino la típica taza de azúcar. A través de los encuentros cotidianos es como, eventualmente, la persona puede encontrar esas conexiones que le hacen falta.
• Por último, cuidar el lenguaje corporal y enviar señales positivas. Evitar cruzar los brazos, fruncir el seño o mostrar nerviosismo pues son hábitos que alejan a los demás.
Hay instantes para disfrutar de la soledad y son deliciosos, pero para la vida en general… el uno es un número muy solo, ¿no crees?
Escrito por: Gaby Vargas
Autora del libro Primero Tú de Editorial Santillana