Diversas

Ponte en el lugar del otro

http://www.eluniversal.com.mx/img/2009/06/Soc/mujeres_int.jpgNo pierdas la esencia de tu vida

Escrito por: Marcela Ortega

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odo comienza en un amanecer de un día cualquiera, el trino de los pájaros nos despierta diciéndonos que ya comienza una nueva oportunidad de vivir, pero ese, lastimosamente no es un día cualquiera, ese día estamos tristes, preocupados, algo en nuestro interior nos hace sentir mal, incómodos. Ya avanzado el día, miramos una y otra vez la ventana y no logramos descifrar el origen de nuestro malestar; o quizás no queremos descifrarlo. Y de pronto, una serie de  preguntas asaltan nuestro largo silencio ¿En qué momento sucedió? ¿En dónde ocurrió? ¿En qué nos equivocamos? ¿Por qué nos sentimos como fragmentados?

... y entonces nos damos cuenta que así es en realidad, existe una fractura en ese, nuestro mundo “feliz”, que poco a poco se hace más evidente. Pero no queremos reconocerlo, nos es difícil aceptar que la molestia existe en lo más profundo de nuestro ser y entonces no queremos ser egoístas ni tendenciosos, pero lo somos, sabemos que ahí existe algo roto que requiere ser arreglado; pero no queremos verlo. Existe un silencio, un aguijón clavado en cada uno de los que nos rodean, incluso en nosotros mismos. Nuestra condición de humanos nos vuelve frágiles ante nuestras propias debilidades, el instinto de supervivencia y la protección natural hacia nuestros seres más queridos e indefensos en situaciones adversas, es una razón más que justificada y quizás, el verdadero origen todo lo que ahora sucede. El orgullo, la indiferencia, el egoísmo, la intolerancia y la poca empatía  hacen posible este devastador suceso que tristemente ocurre día con día.
Pero, algo podemos recordar aún, y es  que alguna vez funcionó y no hace mucho tiempo; aunque también recordamos situaciones que más allá de ser un poco¿Que haría yo si él o ella fuera mi ser más querido e indefenso? Recordar que somos buenas personas para no perder la esencia de la vida. ¡Valdrá la pena intentarlo! incómodas han sido difíciles de asimilar, inconvenientes, injustas y dolorosas para todos.
No obstante también recordamos los acontecimientos que nos habían hecho fuertes y unidos, las veces que nos hemos defendido los unos a los otros. La ayuda “incondicional” al alcance de la mano; las risas, los momentos satisfactorios y relajantes que significaron más que un simple desacuerdo, una mala opinión o un comentario inadecuado. Pero, ¿cómo influir en los demás si todos somos imperfectos? si también somos parte importante de la fractura misma. Es entonces cuando nos sentamos con la mirada caída, miramos nuestras manos y las apretamos fuertemente contra nuestro pecho queriendo abrirlo para buscar la solución que parece tan lejana. Tal vez soltemos dos lágrimas de añoranza para mirar nuestro propio reflejo en el vidrio de la ventana que está justo enfrente de nosotros y es entonces, cuando pensaremos, que tal vez no todo está perdido aún; los únicos en los que de verdad podemos influir es: en nosotros mismos, el objetivo está muy claro: vivir en armonía y en paz, disfrutar de todas las ventajas que representa estar en este momento, en este lugar y con estas personas; tratando de solventar las desventajas; eso seguramente será difícil, habrá tropiezos y muchas caídas, pero deberá prevalecer el respeto y la tolerancia por el que es diferente, en realidad todos lo somos. Fomentar nuestra buena conciencia y desalentar la mala, la que nos hace decir cosas desagradables, la que lastima y daña; intentar en un momento, ponernos en el lugar del de enfrente, y cuando ya no podamos más y queramos estallar, pensar: ¿Y que haría yo si estuviera en su lugar? ¿Que haría yo si él o ella fuera mi ser más querido e indefenso? Recordar que somos buenas personas para no perder la esencia de la vida. ¡Valdrá la pena intentarlo!
Y así de pronto, esbozaremos en nuestro rostro una gran sonrisa, y al levantarnos lentamente, caminaremos hacia la puerta para dirigirnos a un nuevo comienzo; uno de muchos que seguramente nos esperarán a lo largo de nuestro camino por la vida; y en nuestras manos estará vivirla plenamente con la seguridad de que hemos actuado bien, sin dañar a los demás.

Escrito por: Marcela Ortega

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