Bienestar

¿Por qué las mujeres somos indecisas?



En muchas ocasiones se considera a las mujeres como seres inseguros e indecisos, personas frágiles a las que hay que cuidar y ayudar a organizar sus vidas.

Estas características no tienen por qué ser propias de la mujer, pues cada persona es distinta y generalizar nunca lleva a ninguna conclusión válida. Sin embargo, sí es cierto que tras años de menosprecio social muchas mujeres han acabado aceptando el papel que se les ha otorgado.

De hecho, se dice que la mayoría de las mujeres son indecisas, pero antes de lanzarse a criticar el femenino conviene preguntarse el por qué de esta situación. No podemos olvidar que las mujeres todavía cobran un salario menor que el de los hombres, no son bien recibidas en determinados deportes y, en general, son discriminadas en la igualdad de oportunidades.

Es lógico pensar que todo esto influya en el carácter de muchas de ellas, quienes se frustran y terminan sintiéndose merecedoras de este continuo rechazo. Otro factor importante es la educación recibida en el hogar, pues el machismo aún se encuentra muy presente en la mayoría de las personas de mediana edad, actitud que sus hijos asumen con normalidad e imitan.

Por otra parte, mientras que a las mujeres apenas se les otorgan grandes responsabilidades en el mundo laboral, en el ámbito familiar suele ocurrir todo lo contrario, siendo finalmente ellas las que tienen que cargar con todo el peso de la casa y los hijos.

Es imposible atender todo el trabajo que esto conlleva y hacerlo perfectamente (como muchas veces se les exige), de manera que se crea una sensación de impotencia que deriva en un problema de inseguridad y falta de autoconfianza.

Si lo pensamos detenidamente, nos damos cuenta de que es una consecuencia inevitable de la sobrecarga familiar a la que tienen que hacer frente la mayoría de las mujeres, muchas veces sin ayuda ninguna de sus parejas.

La indecisión en las personas, hombres y mujeres, puede dar lugar a que otros las manipulen en su propio beneficio. No debemos dejar que los demás tomen las decisiones que nos corresponden y traten de convertirnos en alguien que realmente no somos. Mostrar con seguridad nuestra verdadera personalidad al mundo es el remedio para lograr librarnos de ese miedo a tomar decisiones y sólo así poder actuar con libertad.

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