Noviazgos

¿Por qué nos enamoramos de las personas equivocadas?



Escrito por: Chuchi González.



¿Cuántas veces te has preguntado esto en algún momento de la vida? O ¿Se lo has dicho a alguna amiga o compañera? Al principio de la relación todo es rosa y con el tiempo los colores se oscurecen demasiado. A veces logramos cortar a tiempo y volvemos a arriesgarnos en nuevos amores, sin embargo, la historia se repite. Elegimos un mismo patrón. ¿Qué nos pasa? Evidentemente no queremos eso para nuestra vida pero es lo que escogemos ¿Qué pasará dentro nuestro para llevarnos a esas situaciones? Todo se vuelve recurrente. Y perdemos la noción de las cosas ¿O son todos iguales? O ¿Efectivamente hay algo en una? ¿Qué crees? ¿Hasta dónde nuestra historia familiar influye?



La lengua popular cree que el error nace de la tendencia que las mujeres tenemos por “cambiar al otro”, es decir las evidencias de que “no va a funcionar” son muchas, pero Cupido nos seduce “con el banquete del amor” y confiamos que podremos hacer algo distinto junto con esa persona; pero sobre todo “si ese hombre es parco, u odioso” nuestro amor lo transformará. Y como dice un proverbio “Las mujeres se casan creyendo que los hombres cambiarán, y no se equivocan, con el tiempo empeoran”.

Tanta sobreestima a veces puede llevarnos a vivir circunstancias verdaderamente dramáticas. Aunque en otros momentos, la baja estima nos a lleva lo mismo. Como siempre los excesos son perjudiciales. Ni mucho ni poco, todo con equilibro. Desde la poca valoración tenemos la creencia de no merecer una relación exitosa, amigable, y amorosa; si nuestra pareja nos maltrata, aceptamos el hecho atribuyéndole la razón, faltándonos el respeto y justificando esa conducta, puesto que “somos torpes, tontas, o demasiado ingenuas”. Nos embarcamos en rituales domésticos, y cuando nos damos cuenta de lo que nos está pasando, es demasiado tarde. Nuestra identidad pública y privada está destrozada.



Pasamos muchos años de humillaciones, frustraciones, indiferencia, escasos espacios para ser, para emprender, para opinar; y esa falta de auto-respeto  nos va moldeando y configurando en una mujer amenazada por el otro pero sobre todo por una misma.



Algunos especialistas sostienen que los amores nunca son equivocados, que son lo que necesitamos en ese momento para resolver algún problema. Son como señales que la vida nos presenta para que “podamos observar” lo que pasa en nuestro interior y hacer algo con eso. Desde la Ontología del Lenguaje se dice que “uno no puede modificar lo que no se puede ver,” el punto es que a veces andamos demasiados ciegos o a fuerza de torcer lo que ocurre cerramos los ojos. Pero ¿Qué es lo que necesitaremos? Muchas veces “enfocarnos” en nuestro propio eje; ¿Que quiero decir? Que salimos a la vida a buscar lo que nos falta, en lugar de generarlo en nuestra persona.



Cada vez que estamos en pareja y algo sucede en contra de nuestros valores y principios, deberíamos comenzar a reflexionar sobre ello y no permitir o evadir el momento. Por supuesto que en todas las relaciones hay conflictos, desacuerdos, es lógico, somos todos diferentes y únicos; ese no es el punto, el foco está en cómo aceptamos la disidencia; y que hacemos para negociar. Negociar tal vez resulte una palabra fría o comercial, más en la vida, siempre estamos negociando. Y comprender esto nos permitirá hacer mejor uso de nuestro temperamento a la hora de solucionar una crisis.



El amor es una fuerza grandiosa, todos deberíamos partir de aquí, y por ende, cuando nos topamos con personas que quieren lastimarnos física o emocionalmente, volver al principio ¿Esto es amor? ¿El amor destruye? Incluso cuando uno mismo “maltrata” a su pareja; recordemos que la violencia no es simplemente golpes o insultos; “descalificar”, “reírnos”,  “mirar sobre el hombro”, es violencia; pues el punto en común es la pretensión de imponer una opinión como verdad única e irrefutable.



Nos equivocamos a la hora de elegir, porque estamos errados en nuestro propio e íntimo camino, porque enceguecidos queremos solucionar lo interno con un salvador; porque queremos huir de quienes somos creyendo que “al otro le corresponde la tarea de hacernos felices”, porque no queremos hacernos cargo de quienes somos, porque estamos distraídas, viviendo a prisa, apuradas, creyendo que lo importante es llegar y olvidando que el viaje es lo que nos aporta la sabiduría.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*