¡¡Porque lo digo yo!!

Ahora sí renuncio, porque renuncio” me dijo muy seria una amiga. Desde hace varios meses me viene contando lo incómoda que se siente en su ambiente laboral. Me di a la tarea de investigar, encontré la definición de mobbing como: “aquella presión laboral tendente a la autoeliminación de un trabajador mediante su denigración”.

Según cifras de la Organización Internacional del Trabajo, uno de cada 10 empleados es víctima de hostigamiento, y de cada 100 vejados, 75 son mujeres. En promedio, los afectados tienen entre 35 y 40 años de edad. Para el autor español Iñaki Piñuel y Zabala algunas estrategias habituales en el acoso laboral son las siguientes: gritar o insultar a la víctima cuando está sola o en presencia de otras personas; asignarle objetivos o proyectos con plazos que se saben inalcanzables o imposibles de cumplir; sobrecargar selectivamente a la víctima con mucho trabajo; amenazarla de manera continuada; quitarle áreas de responsabilidad clave, ofreciéndole a cambio tareas rutinarias, sin interés o incluso ningún trabajo que realizar y desgraciadamente un gran etcétera.
La situación de mi amiga encajaba en varias de las descripciones anteriores, por lo que decidí informarle de los que había encontrado. Me dijo: “y cómo se lo compruebo, es el jefe y nadie me va a creer”. La criminóloga y victimóloga Teresa Ambrosio Morales, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, señala que los acosadores tienen un perfil específico. Generalmente, explica, son individuos envidiosos, egoístas y carentes de empatía; fantasean acerca de que sin ellos el centro laboral no funciona; crean intrigas; utilizan a los compañeros para acceder a sus víctimas, y en ocasiones fingen comprensión de los sentimientos ajenos. Casi se le salen los ojos cuando leyó esta información, pues parecía que estaba describiendo a su jefe. FuiEntiendo bien que una persona no esté en condiciones de perder su empleo, pero ¿lo estaría de perder su salud de manera irremediable? ahí donde le cayó el veinte de que estaba sufriendo un acoso laboral, también llamado acoso moral.

Como para darle sabor al caldo, es bien sabido por múltiples investigaciones que: la violencia laboral tiene repercusiones en la salud, que pueden traducirse en enfermedades, miedos acentuados y continuos, un sentimiento constante de amenaza y ansiedad generalizada con somatizaciones múltiples. En mi amiga se presentó en forma de un insomnio crónico, “aparentemente” sin causa alguna. Tenía las ojeras hasta los cachetes y nada servía para conciliar el sueño. Necesitaba desesperadamente de su empleo, por lo que abandonarlo no era una opción. Pero así como existe un perfil de acosador, también lo hay para la víctima. Contrario a lo que yo pudiera imaginar, las características de las personas que pueden ser motivo de acoso laboral no son necesariamente solo  personas débiles o sumisas. También lo son personas que tienen mayor probabilidad de ser envidiadas por sus características personales, sociales o familiares. A decir de especialistas, el mobbing suele afectar a trabajadores perfectamente válidos y capaces, bien valorados y creativos. Esta información ayudó un poco en el ánimo de mi amiga, jajajaja.

Como dirían por ahí: “el valiente vive hasta que el cobarde quiere”. Identificar que se es objeto de algún tipo de abuso no es grato. Para los especialistas es necesario enfrentar el problema de manera decidida desde el primer momento, ya que el mecanismo destructivo del hostigamiento psicológico no puede operar cómodamente contra una víctima activa y asertiva que da respuestas. El acosador requiere para su actuación de la paralización de la víctima desde el principio y que ésta no haga nada. El mecanismo perverso del mobbing requiere y cuenta con esta parálisis. Entiendo bien que una persona no esté en condiciones de perder su empleo, pero ¿lo estaría de perder su salud de manera irremediable?

Escrito por: Maricarmen Díaz Juárez