La idea de SuperMujer nos hace pensar en una persona que todo lo puede hacer, todo lo conoce, nada la puede derrotar. Pero la realidad es que el requisito para ser una de ellas es entender que somos de carne y hueso, con virtudes y defectos.
Una SuperMujer:
- No es una sabelotodo, sino que sabe reconocer sus errores y sus faltas, y aprende de ello para crecer cada vez más.
- No es superpoderosa, sino que entiende que tiene fortalezas, pero también debilidades. Tiene la humildad y el valor para buscar ayuda cuando la necesita, y está dispuesta a prestarla cuando hay otras personas en la misma situación.
- No manda a otros, sino que motiva a los demás para que se cumplan objetivos. Ayuda al crecimiento de otros y de sí misma.
- No lo hace todo, pues está conciente de que muchas veces no le alcanza el tiempo y las fuerzas. Más bien, sabe definir prioridades y dejar para después lo que no puede hacer hoy. Pide ayuda cuando se ve rebasada, y sabe ser agradecida.
- No espera que todo funcione a la perfección, pues reconoce que ella misma no es perfecta y que los demás seres humanos tampoco.
- No es dependiente y procura que los demás (sus hijos, su pareja) puedan valerse por sí mismos sin depender completamente de ella. La SuperMujer es un apoyo, un pilar que sostiene sólo una parte del todo.
- No permite que nadie le diga cómo vivir, cuándo y por qué, sino que ella elige la vida que quiere para sí y para sus seres amados. Entiende que todos estamos conectados y sabe aceptar y ver el lado positivo de que las cosas no siempre sean como ella las planeó o como las deseaba.
- No cree que ganar sea lo más importante, sino el poder compartir los frutos y recompensas de su triunfo con las personas que más le importan.
Las mujeres de hoy estamos saturadas con ideales sobrehumanos e inalcanzables de perfección. Debemos ser esposas, madres, novias, hermanas, profesionistas... y además hacerlo bien sin despeinarnos.
Nada más lejos de la realidad. Es cierto que durante siglos se subestimó nuestra fuerza interior, nuestra tolerancia y capacidad de amar. Ahora nos estamos desviando al extremo contrario, en el que creemos que todo lo podemos, que nada nos puede vencer. Ahí está nuestro primer error.
Entendamos que somos humanas, tanto como nuestras antecesoras y como las que nos sucederán. No tenemos que demostrarle nada a nadie. Esta fuerza, este poder que tenemos, sirve para que cada una, desde nuestra trinchera, hagamos algo para crear un mundo mejor.
Escrito por: Confesiones de Sofía