Nabos o jitomates: ¿cómo vives tu vida?
Si la vida fuera un jardín, ¿qué semillas estás plantando? ¿Estás cuidando las plantas que te dan el jugo de la felicidad en tus sueños más preciados? ¿O te quedas con lo que te es más conveniente? Tal vez los vegetales tienen mucho que decir sobre tu vida.
El caldo de pegamento
No soy muy afecta a los nabos. Esas cabecitas calvas y de sabor amargo no le hacen muy bien a mis papilas gustativas. ¿Por qué querría alguien perder su tiempo masticando esa masa blanda? Todo ese esfuerzo de plantar, cosechar y preparar un vegetal que se ve y sabe como caldo de pegamento. No le veo el caso.
Sé que mi aversión por los nabos es irracional. Para algunas personas, los nabos son un antojo delicioso. En mi caso, los nabos fueron víctimas del programa “no-te-levantes-hasta-que-te-comas-todo” (Papás, tengan cuidado). Los nabos eran el anzuelo, la comida que cambiaban porque se veían como puré de papa. En lugar de ese cachito de cielo, puré de papa, terminaba masticando con un amasijo agrio. Podía renunciar al helado con tal de no meter esa plasta de nabos en mi boca.
Los nabos eran el enemigo. No iba a dejarlos ganar. De ninguna manera. De ningún modo.
Jitomates: el vegetal sexy
Ahh, los jitomates. Esa es otra historia. Soy una adicta al jitomate confesa. Los domingos de verano, por las mañanas, me despertaba un poco más temprano para ir a escoger mis jitomates favoritos con Hans. Es mi mago alemán del jitomate orgánico. Cuando ves a Hans, sabes que estás en California, querida. Su sombrero de vaquero hecho jirones, su sonrisa amplia, playera deslavada y pendientes de jitomate (palillos en sus orejas con un jitomate cherry en cada extremo), lo hacen completamente diferente de los granjeros con los que crecí en Bucyrus, Kansas. Hans le pone H mayúscula a lo hippie. Y le pone F mayúscula a Feliz cada que muerdes uno de sus suculentos jitomates. La sensación firme y sensual de su consistencia puede enloquecerte. Estoy salivando sólo de recordar la dulzura que no volverá hasta el próximo verano.
¿Por qué la discusión de los vegetales? Cada elección que haces es como plantar una semilla en tu vida. Y cada momento es una oportunidad de elegir. Es tan fácil olvidarlo, y te remueve la mente cuando te das cuenta de lo que significa verdaderamente. A todos nos dan un paquete de semillas. Cada elección que hacemos provoca que algo eche raíces. ¿Qué estás plantando hoy?
¿Estás viviendo en un plantío de nabos? ¿Te quedas ahí? ¿Estás dispuesta a comerte los nabos (la vida que conoces) te gusten o no?
¿Vas a recoger el paquete de jitomates (tú misma) y llevarlo hacia tus sueños aunque sea resbaloso y aterrador? Créeme. Lo sé por experiencia personal. Morder un jitomate puede tener consecuencias inesperadas, porque el jugo chorrea por tus mejillas y cuello. Lo mismo puede suceder cuando tomas decisiones escuchando tu voz interior.
Ir en contra de lo que tu corazón desea es como plantar nabos en lugar de jitomates. En cada momento que te roba el aliento o te para el corazón, estás recibiendo una oportunidad para plantar algo jugoso, positivo y reafirmante para la vida; o algo que inhibe tus sentidos y te roba la energía. Cada decisión, conciente o inconciente, en algún momento crece y da frutos en el jardín de tu vida. Es por esto que mantenerse atenta en las elecciones que haces momento a momento es una buena estrategia.
¿Qué paquete de semillas estás usando: nabos o jitomates?
¿Cuál es tu vegetal más detestado? Si de hecho te gustan los nabos, me gustaría probar una receta o dos para ver si cambio de opinión.
Escrito por: Eli Davidson