Bienestar

Rápido y bien hecho

rapido-y-bien-hechoEsta es una frase que solemos escuchar en casa, en la escuela, en el trabajo, lo quiero rápido y bien hecho. La verdad es que la prisa con la que vivimos se refleja en cada uno de los actos a los que nos sometemos a diario.

O se hace bien o, se hace rápido. Las dos cosas no combinan en absoluto.

El otro día a mi nieto en la escuela le llamaron la atención, pues suele ser un poco más lento que sus compañeros al llevar a cabo algunas tareas. Todo empieza porque nosotros los zurdos tenemos un poco de dificultad para aquello de la rapidez; como no logró el cometido tuvo que quitarle unos minutos a su ansiado recreo (por aquello de los juegos con los cuates), para poder terminar lo encomendado.

En mi época, que ya hace algunos haberes, se nos daba un tiempo calculado para que los ejercicios tanto de español como de inglés se hicieran a tiempo, tiempo calculado con base en cada ejercicio o materia que se trataba, y la frase de bien y rapidito no existía.

Se tomaban los sagrados alimentos en familia, con calma, llegaba el autobús del colegio a tiempo y sin prisas, elaborábamos las tareas pensando que debían quedar bien, no rápido y al hay se va.

Teníamos tiempo para jugar, darnos un baño, merendar y ver la tele un rato.

Solíamos recurrir a las enciclopedias, investigar, comprar en la papelería de la esquina hojas de papel amartillado, estampas o lo que fuera necesario para la presentación de nuestros trabajos, en los que poníamos toda nuestra imaginación y esfuerzo para obtener el preciado DIEZ.

Claro está que, en la actualidad, ir solos a la papelería de la esquina resulta una locura, y hay en casa la preciada computadora que en instantes nos dice lo que queremos.

Sí, los tiempos cambian, pero para hacer un buen trabajo, un ejercicio corporal, comprar los comestibles o cocinar se necesita tiempo, atención y no llevar prisa.

Bien dicen que, “AL COCINAR A FUEGO LENTO SE GOZARÁ Y NUESTRO PALADAR DISFRUTARÁ DE LOS SABORES Y OLORES”

Así que trabajar en la escuela con calma logrará que el alumno “GOCE DEL PLACER DE APRENDER”, logrando un interés mayor por parte de él sobre la materia.

Pocos son los maestros que recuerdo, pero cuando llegué a la carrera hubo una maestra que al exponer su clase, lo hacía con tanto amor, vehemencia, que difícilmente lograré olvidarla. Me hizo amar su materia, Historia del Arte. Los demás pasaron de noche.

Ojalá todos los maestros vivieran cada una de sus enseñanzas con tanto amor que, al trasmitirlas, la huella que dejen en sus alumnos sea inolvidable.

Así que rápido y bien hecho no.

Hazlo bien y con amor.

Escrito por: Rebeca Harfuch

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