Había un granjero que le vendía una libra de mantequilla al panadero. Un día, el panadero decidió pesar la mantequilla para ver si estaba recibiendo lo que pagaba y descubrió que no era así.
Esto lo hizo enfurecer y llevó al granjero a la corte. El juez le preguntó si utilizaba alguna medida, a lo que respondió, “Señoría, soy primitivo, no tengo una medida, pero sí una balanza.” Y el juez volvió a preguntar, “¿Entonces cómo pesa la mantequilla?”. Y el granjero dijo, “Su señoría, mucho antes de que el panadero me comprara mantequilla yo le compraba una libra de pan. Todos los días, cuando él me trae el pan, lo peso en una balanza y le doy la misma cantidad de mantequilla. Si alguien es culpable, es el panadero.”
¿Cuál es la moraleja de la historia? Recibimos en la vida lo que le damos a otros. Cuando realices una acción, hazte esta pregunta: ¿Estoy dando lo justo para el salario y el dinero que quiero ganar? La honestidad y la deshonestidad se vuelven hábitos. Hay personas que practican la deshonestidad y pueden mentir con la cara plana. Otros mienten tanto que ya no saben cuál es la verdad. ¿Pero a quién engañan? Sólo a sí mismos.
Fuente: Motivational Stories