¿Cuántas veces has querido regresar el tiempo? ¿Construir la maquina del tiempo y volver aunque sea sólo un minuto? ¿O has contemplado la frase “todo tiempo pasado fue mejor”? ¿Darías cualquier cosa por poder modificar algo que ya pasó? Si has respondido que sí a alguna de estas preguntas: ¡Alerta!
Pensar en el pasado hace que no estés al 100%, te quita energía y te desenfoca. Estás viviendo en el presente, justo el día de hoy.
Claro que todos recordamos momentos felices o tristes que sucedieron y situaciones en las que podríamos haber reaccionado de distinta manera. Pero una cosa es mirar lo que pasó de lejos, entendiendo ese proceso con comprensión e intentando aprender de lo sucedido y dejarlo atrás, y otra muy diferente es quedarse estancado en algo que vivimos, que nos dijeron o que ya nunca volverá.
Situarnos en el pasado y revivir lo sucedido suele implicar un sentimiento de culpa por una situación que se nos fue de las manos. Por más que la recrees una y otra vez, todo seguirá igual, es inmodificable.
Pero hoy puedes lograr la calidad de vida que quieres. Cuando lo decidas, en el próximo fin de semana, propongo que te despidas de ese recuerdo. Define un lapso de tiempo específico para meterte por última vez en ese túnel que te lleva a vivenciar nuevamente todo lo que sucedió. Imagina al final una puerta que se cierra, una persiana que se baja, tonalidades que se desdibujan o la forma en que prefieras darle fin.
Regresar el tiempo NO es posible. Deja en su lugar al pasado, para que se libere tu presente y te permita comenzar a acceder al esperanzador futuro que, con los brazos abiertos, te está esperando.
