Bienestar

Rencores

rencoresAún me cuesta trabajo entender a mi edad adulta  por qué generamos rencores, por qué no hemos aprendido que cuando algo o alguien nos lastima seguimos por mucho tiempo dándole vueltas a lo sucedido, imaginando una y otra vez por qué no reaccionamos al desprecio, a la ira, al maltrato de los que se saben superiores a nosotros, por qué no nos defendemos del abuso del poder, dentro de la casa, de la familia, del área laboral, porque callamos, y  nos guardamos para evitar enfrentamientos que sólo nos conducen al rencor.

Ese mal silencioso que nos lastima de tal manera  que a veces nos sentimos culpables de lo que no somos.

Ese mal que nos deteriora por dentro y nos aparta y enferma.

Ese mal que da vueltas y vueltas en la cabeza haciéndonos imaginar  cómo pudimos o debimos  haber tendido valor y enfrentar a quien o quienes gozan con desvalorizarnos.

Enfrentar aquellos que sienten el poder, el que da el dinero o la posición laboral, o social, que con esa  mirada irónica puedan insultarnos, hacernos sentir menos, donde con frases y miradas burlonas se ríen frente a nosotros, si eso es EL ABUSO DEL PODER, ese que rumiamos, y rumiamos  y nos hace generar  tantos  rencores, porque no aprender  a defendernos con elegancia, con elocuencia, con serenidad,  modestia y valor para que nadie más nos lastime, para poder seguir, y sacudirnos de ese mal llamado rencor, y revalorarnos en todos los aspectos.

La modestia no es más que una virtud, la de la paciencia y la del amor propio que muy frecuentemente olvidamos.

Mis rencores los trabajo, para poder perdonar a  aquellos que los propiciaran queriéndolo o no, bajo un momento de ira incontrolable.

Porque a pesar de todos éstos años a veces olvido amarme  para poder amar, olvidar y perdonar.

Escrito por: Rebeca Harfuch

{JFBCComments xid=2909 width=500 numposts=10 hideLikeButton=1}

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*