Bienestar

Siempre hay algo que agradecer

1mujerlibre

Hace un par de meses atrás, en tierra Dominicana y de la mano de una mujer excepcional, escribí por primera vez mi “Autobiografía Sistémica”, un ejercicio que consiste en escribir e incluir todo lo ocurrido en la historia familiar de manera amorosa.

En aquella ocasión me pregunté: ¿cómo se incluye con amor el abuso, la violencia intrafamiliar, la discapacidad, la desconexión, los miedos…? Bastó con que empezara a ver mi presente, mí aquí y mí ahora para encontrar la respuesta!

Fue entonces cuando experimenté que la misma herida que hiere es la que sana si la miras con amor y honra; sin culpa, sin crítica, sin juicio, sin falso amor. Comparto con ustedes algunos fragmentos finales de lo que resultó de aquel ejercicio sanador:


“Gracias al infierno que mis padres vivieron comprendí lo que significa convertirse en Ave Fénix y aprendí que hay magia por doquier si estamos dispuestas a verla. Gracias a la violencia intrafamiliar, hoy se que una sonrisa, un abrazo, una caricia, una palabra de
amor, otra de aliento y una bendición son el mejor regalo. Gracias a la sordo-mudez de mi abuela y a los pocos años que compartimos juntas, ella se hizo única para mí! todavía hoy río al recordar sus sonidos, sopas, bailes y abrazos que hicieron los días de mi infancia más felices. Gracias a la enfermedad hoy valoro la salud. Gracias a los pronósticos de prostitución y ruina acogimos en nuestras vidas la palabra “si puedo” y hoy somos orgullo y ejemplo para nuestra familia. Gracias a las hambrunas, hoy bendigo cada alimento que llevo a mi boca. Gracias a la separación, ilegitimidad y abusos que hombres y mujeres de mi árbol genealógico propiciaron, hoy: valoro la familia, brindo con alegría “la dignidad de Ser Mujer” y miro con atención la relación que tengo con aquellos que representan la autoridad en mi vida y conmigo misma. Gracias a las ‘mudanzas’ pude encontrarme en esta vida con Juan Carlos, mi esposo, y re-conocer en él las patologías de mi árbol y las mías propias: mi feminidad castrada, los incestos en mi familia, los nudos que hay en mi árbol: sadomasoquista, homosexual y narcisista. Gracias a que abracé mis miedos, hoy soy una mujer que está comenzando a brillar como la luna, mirando al indio que se diluye en mi nombre, sintiendo mi vientre, mis senos, mi corazón de mujer, mi corazón de hija, mi corazón de hermana, despidiendo mi niñez, recibiendo a mi niña interior, hablando con el maestro Jesús, con la naturaleza, viviendo mi lugar desde mi lugar. Gracias a mi desconexión pude ver el camino que me está llevando de regreso a casa, donde me espera mi herencia espiritual, para poder servir con todo lo que mi papá y mi mamá me dieron: LA VIDA! con Alegría, con Afluencia, con Pasión, con Silencio, con mi Luz y con
mi Sombra…”

Gracias a Karina Pereyra y a este espacio, por mostrarme que escribir también es un arte sanador!

Yraida Carolina Moreno Luna

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