Bienestar

Sin candado, no necesitamos llave

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Escrito por: Evangelina Jiménez O.

El hermetismo sentimental es común es estas épocas de colapsos amorosos, amistades traicionadas y hermandades desquebrajadas por momentáneas pasiones. No sentir se ha vuelto el lema de nuestra generación, seguramente de la que sigue y tal vez de un grueso de la pasada. Nuestro miedo externo viste al interno y nos contagian ambos de incertidumbre.

 

Si no nos enamoramos, no lloraremos cuando la relación termine, no nos costará trabajo insertar nuestros ojos en alguien más porque no tendremos que desechar ningún sentimiento, no despilfarraremos el dinero en botellas de alcohol que nos harán recordar aquellos tiempos con ese que se fue. Tendremos más energía, no nos distraeremos en el trabajo pensando tonterías, evocando momentos.

Al no sentir, ¿abrimos la puerta a todo lo bueno y a la vez le prohibimos la entrada a todo lo malo?

Nos da temor que nos asalten y nos quiten las cosas materiales que con tanto esmero hemos obtenido con nuestro trabajo, compramos candados para colocarlos en las puertas de nuestras casas, para que nadie entre y se lleve nuestras cosas.

Si llegara a suceder y toquemos madera, podríamos ir a levantar una denuncia, aunque no identificamos al ladrón, queremos que conste en actas nuestro coraje, nuestra ira. Las cosas materiales se recuperan pero ¿Qué pasa con el valor sentimental que plantamos en ellas?

Entonces, ¿dejaremos de comprar cosas? Porque estoy siguiendo la misma teoría, como me da miedo que me quiten algo material, no lo compro, así el malandrín no tiene nada que llevarse. Como me da pavor que se lleven mis sentimientos, que me lastimen, que me duela, entonces no siento y como consecuencia, al terminar una relación nada tendré que perder, porque nada di.

Mejor que nos asalte la razón y que se lleve todo lo negativo. Aceptémoslo, seguiremos comprando ¿entonces porque no seguir sintiendo? Olvidamos que al no sentir, no damos, al no dar no recibimos con la misma intensidad, no sentiremos dolor pero tampoco amor, no dejaremos entrar lo malo pero tampoco lo bueno.

Entonces, seríamos seres inertes, sin dolor pero sin todo lo demás, sin pasión, nuestro corazón no se romperá pero tampoco latirá fuerte al grado de dejarte sin aliento y sentir que te desmayas en una cama de pétalos con olor a bombón.

No probaremos lo salado de las lágrimas pero tampoco percibiremos la adrenalina que nubla nuestros cinco sentidos y a la vez nos hace sentirnos vivos y descubrir que hay más de cinco.

Nunca suspiraremos de melancolía pero tampoco lo haremos por la química al entregarte completamente a alguien que te corresponde.

¿No quieres conocer esa parte tuya que sólo se activa en almohadas de sensaciones provocadas por ese otro que logra hacerte tocarlas?

Quitémosle el candado a nuestros sentimientos, seamos cautos sí, pero no seres inertes, dejemos entrar lo bueno que llevará seguramente una carga negativa pero que puede atemperarse. Démosle la oportunidad a esa parte que aún no despierta, no la duerman, no le pongan llave.

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