Pareja

Síntomas de una relación disfuncional

sintomas-de-una-relacion-disfuncionalÉl trabaja más tiempo para no regresar a la casa. Ella hace lo propio. Ambos regresan en silencio, con el ceño fruncido, con la máscara del hastío para manipular las reacciones del otro. Él insiste en no escuchar los reclamos de ella, sólo piensa en llegar, sentarse a descansar y mirar televisión. Ella no va a dar explicaciones de lo que hizo en el día de hoy; y que él se trague los celos.

Así se pasan los días. Buscando estorbarse, lastimarse, humillarse. Sin escucharse, sin mirarse con los ojos del corazón, sólo por arriba, gozando destruirse uno al otro, y sonriendo frente a la familia y amigos, sosteniendo la premisa masoquista: “sin mí no puede vivir” a sabiendas que vivir es más que fastidiarse diariamente.

Sin embargo harán lo imposible por no separarse, por seguir “enganchados”, dependiendo emocionalmente el uno del otro, y alimentando la idea de que separados no pueden estar.

¡No imagino la vida sin él/ella!, ¡No podría soportar estar sin él/ella! Y así pasan los días. ¿Cuántos hombres y mujeres hay en el mundo con esta historia? ¿Cuántas parejas siguen vivas porque nadie les ha enviado un certificado de defunción? ¿Cuánto dolor y displacer a diario consumen y malgastan el bendito ratico de la vida?

Llegar a decir “se terminó”, “hasta acá llegó el amor”, o la pregunta incómoda “¿nos separamos?” tal vez remueva viejos temores personales y creencias sobre las relaciones humanas, pero no es más dolorosa que seguir juntos.

Creer que por los hijos, por el tiempo transcurrido, por los proyectos, deben seguir unidos a pesar de… es una elección que sólo los lleva al vacío y a la soledad; al desprecio y humillación constantes, y al debilitamiento de la autoestima de cada miembro.

Y todo ¿Para qué? ¿Para qué sostener lo insostenible? ¿Para no sufrir la pérdida? Sin embargo la gran incógnita que nos plantea el tema, es ¿cómo hemos llegado a esta situación?

¿Por qué dos personas que se amaban terminan por detestarse? Tal vez porque desde el inicio de la relación, depositaron sus necesidades emocionales, sus carencias de atención o de afecto en las manos del otro. Y cuando el otro no cumple las expectativas, nos sentimos traicionados y actuamos a la defensiva. ¡Mi vida por tu culpa es una miseria! ¡No te lo voy a perdonar jamás, si no soy feliz, tú tampoco lo serás!

Frases cómo esta dignas de una novela, forman parte del inconsciente colectivo de muchas parejas que comienzan a transitar el camino del amor con muchos deseos de que sea para siempre e inmaculado, con la fantasía de que el otro nos “hará felices” y cuando no llegamos al objetivo, en lugar de hacernos responsables de nuestras elecciones, le echamos la culpa al otro.

Es que la disfuncionalidad no está en el vínculo, sino en nosotros mismos a la hora de elegir. Deberíamos aprender que los responsables únicos de nuestros deseos y sueños somos nosotros mismos. Que nadie tiene en su poder – afortunadamente – la capacidad de hacernos feliz, lo que implica que tampoco puede hacernos infeliz.

Podemos enojarnos, estar tristes, iracundos, frustrados, pero todos esos sentimientos, serán la interpretación personal y privada que hacemos de los hechos o de los dichos que hace la otra persona.

Aprender que de nosotros depende nuestro paraíso emocional, nos aportará herramientas para entrenarnos día a día en el arte de amar. Y aprenderemos a gozar del amor, en un sentido puro y genuino, en el que no llegaremos con nuestras heridas infantiles, sino desde un lugar maduro y completo.

Escrito por: Chuchi González

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