Conocer la mortalidad del hombre no es precisamente descubrir el hilo negro. Sin embargo, estar conscientes y aceptar nuestra mortalidad, la mortalidad de los nuestros y de lo que nos rodea es todo un trabajo de vida.
Ser capaces de aceptar que los que están este día, que lo que se tiene hoy (salud, bienes, trabajo, etc.) bien pueden no estar mañana, nos hace valorar el único instante que tenemos: este mismo momento.
Nos provoca tanto miedo pensar en lo doloroso de las pérdidas que preferimos evitar el tema. Aún así, no podemos engañarnos a nosotros mismos y sabemos en lo profundo del corazón que lo único seguro en esta vida es la muerte, y será mejor prepararnos y no dejarlo a la deriva hasta que surja una emergencia.
¿Cómo? La respuesta es sencilla: disfrutando con todo nuestro ser el “ahora”. Comunicando nuestro amor con palabras, con actos; trabajando en nuestra propia persona para vivir en interdependencia y no en dependencia; haz una lista de lo que recibes de tus seres más queridos y más importantes y ve de qué forma lo puedes conseguir por ti misma y no a través del otro; aprendiendo a convivir con la soledad más no con la desolación. En fin, soltando poco a poco y dejando ir.
Quizá al principio cosas pequeñas, dándote cuenta de tus sensaciones, de tus emociones; y así, poco a poco te reconocerás como dueña de nada, porque lo que hoy tienes es un regalo del cielo. ¡Aprovéchalo!
Cuando la angustia y la tristeza lleguen a ti al separarte de alguien te sugiero estas pequeñas frases:
Que hoy no sea tu día.
Que esta vez no sea tu vez.
Y, si así lo fueran
que Dios me ayude con lo mío
porque tú ya estarás con Él.
Escrito por: Adriana Barroso
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