Abriendo alas

Tatuajes

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“Pareces pirata”, “sólo los rateros se tatúan”, “nunca te van a contratar en ningún lado si te ven que traes un tatuaje”, estos son algunos de los argumentos que los padres dicen para persuadirnos de no hacernos un tatuaje. Lo cierto es que hace veinte años si acaso una o dos almas descarriadas dejaban notar alguna marca de color en su cuerpo por algún paseo en la playa.

Casi ningún conocido tenía tatuajes, mucho menos algún familiar o alguien con una reputación medianamente ejemplar. No se usaba pues. Pero de allá para acá la moda empezó a cambiar, los noventas llegaron a cambiar muchas, la música, la moda, pero sobre todo la mentalidad fresa de los ochentas. Los tatuajes empezaron a mostrarse discretos, una florecita, una estrella, alguna letra hasta que poco a poco se fueron descarando, abarcando zonas más visibles y sobre todo de mayores dimensiones.

El día de hoy basta sentarse en una silla al filo de una alberca, en la playa, o en cualquier café en un día de calor para ver la cantidad de diseños, figuras y colores que la gente trae marcados en el cuerpo, ya no sólo los rebeldes sino todo tipo de persona con y sin adjetivos. Antes quizá los adolescentes querían traer arete aunque fuera de presión, hoy los permisos a los papás son por peircings y desde luego muchos tatuajes.

El que sea hace un tatuaje en realidad se está provocando una herida causada por una aguja que entra y sale de la dermis (la segunda capa de la piel), accionada por un motorcito (como instrumento de dentista) que va inyectando tinta, de manera que aún cuando la persona sufra alguna lesión ligeramente superficial, el tatuaje conserve su forma y color original. Es importante cuidarlo mientras cicatriza, ya que como cualquier herida puede infectarse o cicatrizar de mala manera.

Más allá de pensar que un tatuaje es una herida, que aunque sí lo es, se deberían de revisar los motivos por los que se quiere hacer uno. Creo que más que ser un símbolo es un momento de la vida de una persona. No sólo es tatuarse una iguana, calavera, o el nombre de alguien, sino que representa el momento que se está viviendo. Un momento que aunque pase, se quedará para siempre, aún cuando se pueda borrar o tapar con otro el tatuado siempre sabrá que ese momento de su vida fue especial (tanto en el sentido bueno, como también malo).

Lo que es una realidad es que el 90% de las personas que conozco que se quisieron hacer un tatuaje, el día de hoy ya traen dos o más. ¿Tú ya tienes?

Twitter @reginakuri

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