Bienestar

Trivialidades

1.abrazog

 

Escrito por Evangelina Jiménez


Suelo pensar en lo que no estoy haciendo cuando estoy haciendo algo más ¿no les sucede? Es como saborearte el postre cuando aún estás comiéndote la sopa. Pésimo hábito, porque ni disfruto lo que estoy haciendo y tampoco lo que no estoy haciendo, total que termino hecha bolas y sin realmente hacer nada.


La gran parte del tiempo no gozamos las cosas, los momentos, las personas, las pequeñas trivialidades del día, como por ejemplo que hoy salió el sol por un momento o que a una de mis compañeras de trabajo se le iluminaron los ojos cuando me enseñó la foto de su bebé.


No valoramos lo que tenemos, si trabajamos nos quejamos porque no tenemos tiempo de nada y cuando no trabajamos y tenemos tiempo nos quejamos porque no tenemos dinero, es un mar de inconformidades en el que nadamos, estamos acostumbrados a ser negativos, pensar con pesimismo, atraer lo malo y decir “¿ves?”, “¡te lo dije!”.


“La selección mexicana no la hizo, como siempre”, “las elecciones fueron un fraude”, “maldito tráfico”, “odio a mi jefe”, “estoy harta de mi marido”, “ya no aguanto a mi hijo”, “mi mamá no deja de molestarme”… ¡En fin! Perdemos de vista lo importante, la salud con la que contamos, que aún tenemos a nuestros seres queridos, que sinceramente podríamos estar peor o simplemente que estamos vivos.


Sí existe el caballero que cede su asiento a una mujer sin importar su edad o apariencia,  el conductor de transporte público que se para donde debe para que la gente suba o baje, el viejito desconocido que te desea un buen día en el metro, el niño que sin chistar te regala una sonrisa sin esperar una de regreso, el que te enciende el cigarro en la calle, el que comparte el paraguas contigo si llueve. Existe aún gente que te hace creer en la bondad de las masas, yo la he visto.


El correo electrónico de ese amigo que vive en el extranjero, la broma del cuate de al lado que nunca está de malas, el detalle de ese extraño de regalarme un café, la amabilidad del de enfrente que me dejó pasar en el tráfico.  Por momentos lo olvido, me inunda el egoísmo y sólo pienso en mí y en mi circunstancia, olvido por completo que lo más importante de la vida es vivirla, reniego de mi suerte, balbuceo cansancio y desesperanza, grito en mi interior con desdén y maldigo mi debilidad, protesto por el dolor que yo sola me causo y a la vez me reprocho no ser más fuerte, acepto cosas que no quiero y no quiero aceptar que quiero otras cosas.


Suspiro sin alivio, pero algo dentro de mí descansa al hacerlo, aún no identifico qué es pero las náuseas se desvanecen un poco, tengo mucho sueño pero sé que si duermo no soñaré y así no tiene sentido. El tiempo pasó rápido pero estuve ambivalente, perdida en esos pensamientos egoístas e inútiles, los dejo con mucho trabajo mental y con un dejo de decepción me limpio la última lágrima del día para darle cabida a una sonrisa poco motivada y no tan sincera.


Me escucho, fue lo mejor, entonces regreso a  la realidad, donde aún hay mucho que hacer, que pensar, donde no estoy obligada a sentir y al no sentirme obligada a nada poco a poco se relaja mi cerebro que manda el mensaje al resto del cuerpo para que mi adrenalina se oriente a reflexionar que estoy viva, despierta, sana y con ganas de seguir así, entonces, valoro, amo, veo, huelo, toco, pruebo, escucho y le guardo un lugar lleno de confort y libertad a esas otras cosas que aún no siento, sean buenas o no tanto porque seguramente mi suma de trivialidades las modificará hasta obtener como resultado el número que estoy pensando. Hoy quiero agradecer esas trivialidades que en su conjunto me permiten terminar el día en números negros.

 

Escrito por Evangelina Jiménez

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