Escrito por: Adriana Sánchez
La mayoría de nosotras siempre tenemos en mente metas que queremos alcanzar, como estudiar una carrera, casarnos, encontrar un nuevo trabajo, tener un hijo, adelgazar, comprar una casa o un nuevo auto; en fin la lista es infinita. Sin embargo muchas veces algunas de estas metas o no las cumplimos, o estas no cumplen nuestras expectativas cuando las conseguimos o simplemente desistimos de obtenerlas porque pensamos que no tenemos los medios para lograrlas.
Todos los deseos que tenemos en mente son sólo objetivos que queremos alcanzar, sin embargo un ingrediente principal para lograrlos son los propósitos por los cuales los deseamos.
La diferencia entre un objetivo o meta y un propósito, es que el objetivo o meta está basado en nuestros deseos, son aquellas situaciones que deseamos vivir u objetos que deseamos adquirir. El propósito, por otro lado, es el ¿Para qué? de estos objetivos, ya que el ¿para qué? le da la intención a nuestra acción, a diferencia del objetivo, el propósito nos indica hacia donde dirigirnos y es más sencillo enfocarnos en solo aquello que de manera armónica y precisa nos permita lograr nuestros sueños.
Un ejemplo de la diferencia entre sólo plantearnos una meta sin propósito y una que sí lo contiene podría ser la lucha por perder peso. ¿Cuántas de nosotras no hemos hecho dietas para adelgazar sin conseguirlo? Esto es porque el propósito no lo tenemos claro y entonces, dejamos de ser selectivas en los medios para llevarlo a cabo, hacemos cuanta dieta se nos pone enfrente, sin que funcione, o simplemente abortamos la misión cuando vemos que hay pocos o nulos resultados, mermando así la confianza para lograr nuestro objetivo y, obviamente, regresamos a nuestros viejos hábitos. ¿Qué pasaría si exploráramos más en nuestro propósito? Algo así como esto: Objetivo: Quiero adelgazar Propósito: Por salud. Esto ya nos muestra lo que debemos hacer; como sería, el ir con un especialista que no solo me ayude a bajar de peso, sino con quién además pueda aprender a mantenerlo, porque la salud la quiero por siempre no solo para un evento especial. Sabríamos que tomar agua y hacer ejercicio son pasos fundamentales para lograr este propósito y comenzaría por dejar de satanizarlos. Y por consecuencia a este propósito reconocería que la dieta de la luna, las grasas, o los productos milagrosos no son una opción para mí.
Esto mismo aplica para todos los profesionistas que caminan por las calles dedicándose a todo menos a lo que estudiaron. ¿Cuántos de ellos estudiaron derecho, contaduría o psicología pensando en que ganarían dinero, y ahora no “encuentran” trabajo? En este caso también los invitaría a la reflexión de su propósito, ya que de alguna manera están cubriendo su objetivoDe ahora en adelante cada nuevo año elabora una lista que no sólo contenga objetivos sino sus propósitos porque será la única manera de que selecciones los medios para lograrlos que es ganar dinero, aunque no sea a partir de lo que estudiaron. Esto sucede con mucha más frecuencia de lo que pensamos. Un propósito en este caso, tendría que vincularse también con una habilidad o interés personal. Por ejemplo en el caso del chico que estudio psicología quizá su propósito general fue: ayudar a las personas, pero si incluyera una habilidad o interés le sería más fácil escoger su camino o sus futuros estudios. Propósito: Ayudar a los adolescentes a fortalecer su autoestima. Buscaría entonces laborar en escuelas, instituciones o asociaciones trabajando directamente con adolescentes, se enfocaría en estudios orientados a resolver problemáticas alrededor de estos, etc.
A veces también resulta que el propósito existe pero no tiene que ver con nosotros, un ejemplo sería el de una mujer quien al poco tiempo de casarse desea tener un hijo porque su marido quiere ser padre pronto, su propósito sería complacer al marido dándole un bebé. Lo que podría resultar de la acción de tener un hijo sin desearlo, en muchas ocasiones, es la poca paciencia que esta madre tendrá con el pequeño y quizá una profunda frustración debido al hecho de haber aceptado una condición poco deseada por ella que interrumpía sus propios planes.
El propósito de nuestra vida no se encuentra en los libros de superación, de magia o en las cartas del tarot, se va forjando cada mañana al abrir los ojos y toparse con la maravillosa oportunidad de crear nuestro propio camino. Se trata de abrir nuestras mentes a plantearnos el propósito y la intención de cada actividad del día, desde la más simple hasta aquellas que marcaran nuestra vida por siempre.
El propósito no solo nos da sentido y rumbo fijo. Hace la diferencia entre tomar la decisión de casarnos, y decirle que si al primero que se nos ponga enfrente; o desear formar una familia, tener paciencia casarnos con alguien quién comparta nuestro plan de vida en acciones y tiempo.
Se siempre honesta contigo misma al dilucidar los ¿para qués? de tus acciones, porque estos siempre te llevaran a tomar decisiones claras y responsables sobre tu vida, de manera que aunque el camino se torne difícil siempre sabrás para donde y cuando virar al otro lado.
Si en este momento estás atravesando una situación difícil o poco motivadora en tu vida, pregúntate ¿Cuál es mi propósito de estar en este trabajo, en esta relación, etc.? Y sé muy sincera si tienes propósito o si éste simplemente no tiene que ver contigo. Después sólo cambia el rumbo fijando un nuevo propósito.
De ahora en adelante cada nuevo año elabora una lista que no sólo contenga objetivos sino los propósitos de estos porque será la única manera de que selecciones los medios para lograrlos y asegurar tu éxito a través de la perseverancia y la confianza en ti misma.
Escrito por: Adriana Sánchez
Psicóloga.