Diversas

Una taza de amor


Ojalá que el amor se pudiera beber, que pudiéramos hacerlo a través de cualquier líquido que se prefiera: agua natural, aguas frescas, refrescos embotellados, cerveza, alcohol o café.

Seguramente refrescaría nuestro cuerpo y nuestra alma. Nos hidrataría la piel y nos veríamos más jóvenes. ¿Se imagina tomarse ocho vasos de amor cada día?

Nos alcanzaría fácilmente para saludar a los compañeros de trabajo; para despedir y recibir al esposo y a los hijos; para llamarle todos los días a nuestros padres; para escuchar a las amigas sin juzgarlas ni darles consejos que no nos han pedido; le daríamos el pase al peatón o a la señora que quiere pasar antes que nosotros; pediríamos lo que necesitamos con amabilidad; tendríamos más tolerancia con los otros.

Esta agua nos nutriría principalmente a nosotras mismas hasta convertirnos en un manantial de amorLos embotellados se venderían todavía más, porque sería como la ración mínima diaria para nutrirse de este sentimiento que nos lleva al bien común y tendríamos suficiente no nada más para dar a los otros, sino para darnos a nosotras mismas, y no nos dejaríamos siempre al último. Los que se embriagan y pierden el sentido, tendrían que ir al hospital para ser desintoxicados de tanto amor! Y aunque seguirían siendo adictos, esa bebida les fomentaría la toma de conciencia sobre lo que están haciendo con sus vidas y con la de su familia.

Los embotellados se venderían todavía más, porque sería como la ración mínima diaria para nutrirse de este sentimiento que nos lleva al bien común, y hasta sería permitido venderse en las escuelas, para que los niños se tomaran una lata en el recreo y así jugar y divertirse en grande, en vez de pelear y burlarse de los compañeros.

¿Y qué tal un baño de amor? Sentir cómo al correr el agua por nuestro cuerpo, corre el amor por él…cubriéndonos, cobijándonos, vistiéndonos; y quien tuviera una tina en su baño, pasaría horas y horas sintiendo esa sensación maravillosa.

Las plantas serían regadas con este líquido mágico e inundarían nuestros jardines de flores multicolores; las hortalizas no necesitarían de insumos agrícolas que tanto perjudican la salud.

Invitaríamos a nuestras amistades o a la persona que nos gusta a tomarnos una copa o una taza de amor, mientras nos miramos a los ojos y platicamos largo rato.

¿A usted, no se le antoja tomarse una taza de amor por las mañanas, antes de iniciar sus actividades?


Para reflexionar: ¿Qué tanto disfruto del amor en mi vida cotidiana?

Escrito por: Angelina Zamudio Padilla

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