Belleza

Vanidad hereditaria

vanidad-hereditariaPadres narcisistas: ¿sus hijos estarán bien?

Por: Vivian Diller*

Tal vez no sea ilegal vestir a una niña de 4 años con atuendos de Mujer Bonita o como una mini Dolly Parton—con todo y almohadillas de senos—pero pareciera rayar en lo inmoral. Aún así, hay muchos padres que han estado haciendo eso justamente—mientras millones más los ven.

Sé que no soy la única que siente aversión hacia los reality shows como Toddlers and Tiaras. No pude terminar de ver un solo episodio de esta serie de TLC, que recientemente transmitió el gran final de su cuarta temporada. Pero sí leí artículos aquí en el HuffPost y la historia de portada de la revista People.

La socióloga de Harvard, Hilary Friedman, describió una escena en “El Gran Final” que solo confirma el por qué este show mantiene a sus 2 millones de fans absortos e injuriados a la vez. Ella escribió sobre una mamá que fue escuchada aleccionando a su hija de cinco años para enfocarse en su rutina. Dando la espalda a la cámara dijo, “No te atrevas a decirme que no otra vez, ¿entiendes? Estamos en televisión nacional. Todo mundo va a ver esto, ¿entiendes?” En ese punto, la mamá puso una sonrisa en su cara, volteó hacia la cámara y dijo en un tono más gentil. “Okay. Estamos haciendo el ensayo de Cruella de Vil.” La pequeña, tratando de cooperar, empezó a practicar, solo para exasperarse, y dijo, “Me estás volviendo loca,” para que toda América se enterara.

Para el lenguaje de las niñas, ¡“loca” está muy bien! Sin embargo, no fue esta interacción en particular la que me molestó, sino el que me recordara otras escenas de Querida Mamá que suceden en otros lugares del país—mucho más privados, sin cámaras—que incluye también a los papás. ¿Te has sentado con otros padres en las pruebas de fútbol soccer para niños últimamente? ¿O en la sala de espera en un concurso de ajedrez para niños? ¿Qué tal las escaleras de los colegios preescolares justo antes de las entrevistas de admisión?

Lo único diferente entre esto y las interacciones de Toddler’s y Tiaras es que éstas últimas están expuestas al público. Tenemos la oportunidad de ver familias dispuestas a dejarnos entrar a su mundo, en parte porque salen en televisión, y en parte por sus deseos narcisistas de ser vistos. En la vida real, al contrario que en televisión, los padres entrenan y exigen calladamente a sus hijos a sobresalir de muchas maneras estos días—académicamente, en las artes y en cualquier deporte imaginable.

Y entre más pronto comience la presión en la vida de un niño mejor. Un simpático comercial de GEICO Insurance ilustra este tema—con una mamá y un papá hablando de cómo planean asegurar su futuro poniendo a su hijo en el camino del básquetbol profesional. Su niño de 5 años juguetea con la pelota, brinca y se atora con la red, y queda colgando mientras los padres siguen hablando ante la cámara sobre el talento precoz de su hijo—su seguro de vida.

No es tan gracioso cuando los padres hacen locuras en la vida real para asegurar el éxito extraordinario de su hijo. Los padres de hoy han empezado a hacer pruebas genéticas a sus niños para evaluar el potencial atlético. Asegurando que pueden determinar la capacidad máxima de velocidad, agilidad y fuerza, estas pruebas son atractivas para los padres que están ansiosos por determinar en qué deporte debería enfocarse su hijo y en si sus prodigios se convertirán en estrellas del deporte.

En un artículo del NY Times, “¿Nacido para correr? Los pequeños son sometidos a pruebas de genes deportivos”. Boyd Epley, ex entrenador de la Universidad de Nebraska, apoya estas pruebas diciendo que se utilizan regularmente en otros países, como China o Rusia, en su búsqueda de equipos olímpicos. Identificar los talentos a temprana edad, dice, ayuda a filtrar la fuente de atletas hasta que solo quedan los mejores. Las pruebas genéticas es “la manera de seguir siendo competitivos con el resto del mundo.”

Mientras que los padres de las pequeñas de Toddlers y Tiaras están hiper centrados en mejorar la belleza de sus hijos – por mínimo que pueda ser este "talento"- ¿es realmente tan diferente de la dinámica que existe en otras competiciones de niños? Años atrás, vimos a Joe Montagna en la película En busca de Bobby Fisher, retratar conmovedoramente la verdadera historia de la lucha de un padre con su hijo pequeño, un prodigio del ajedrez. El niño - en la vida real, Josh Waitzkin - finalmente optó por salirse del circuito de torneos para evitar el destino de Fisher, una vida de aislamiento y la infelicidad, a pesar de su gran éxito. Más recientemente hemos visto una nueva lucha entre madre e hija en la película El Cisne Negro. Una bailarina con talento, interpretada por Natalie Portman, es conducida hacia su destino por una madre patológicamente narcisista. Todos sabemos en qué terminó la historia.

¿Qué pasa con los niños y niñas en Jig, el documental sobre el competitivo mundo de la danza irlandesa? Sonrisas forzadas, elaborados trajes, pelucas extrañas y enormes trofeos fueron un forraje interesante para la película, pero algunas de las interacciones de la familia eran muy perturbadoras a la vista. No hay duda de que pronto habrá un documental sobre deportistas jóvenes en Estados Unidos, exponiendo la intensa dinámica entre padres e hijos en los campos de los sueños.

Madisyn Versta, la pequeña de 5 años de edad, en el programa estaba siendo entrenada por su madre, quien dijo, "si vas a competir, tienes que hacer lo que sea necesario." Para ella eso significaba pestañas postizas, el spray de bronceado y el implacable ensayo de las rutinas de baile “para grandes” una y otra vez. Pero realmente, ¿cómo se diferencia la madre de Madisyn de las mamás de niños actores? ¿O los padres de los prodigios de la música? ¿Los niños que compiten en concursos de deletreo nacional tienen padres que se sientan lejos, ajenos a todo?

En su autobiografía, Open, André Agassi dejó claro que su carrera en el tenis había navegado a través de una relación tortuosa con su entrenador/padre. Más recientemente, en Wimbledon, la francesa Marion Bartoli consideró prohibir a su padre ver sus torneos a causa de una familiar similar. El padre de María Sharapova rara vez ha sido visto por la cancha desde que la USTA condenó el gesto de degüello que hizo hacia ella cuando perdió el Abierto de Australia.

¿Realmente creemos que las mamás y los papás tigre de los niños normales se comportan mejor?

Señalar a las familias de los niños que salen en el programa es pasar por alto el hecho de que ha habido, y siguen habiendo, padres narcisistas que ven a sus hijos como extensiones de sí mismos, impulsándolos a que satisfagan las necesidades de los padres, no necesariamente las propias - a veces con resultados positivos, pero la mayoría conlleva una experiencia distorsionada de la infancia.

Pero quizás ahora, más que nunca, todos los padres - narcisistas o no - se enfrentan a decisiones difíciles. ¿Les estamos dando a nuestros niños las herramientas que necesitan para competir con "gente excepcional" - de la especie de los niños de gran éxito identificados por Jim Altas en su reciente artículo de opinión del New York Times? Él escribe que vivimos en una "histeria competitiva, la sociedad obsesionada con la educación" que "por fin se ha superado a sí misma en sus incansables esfuerzos para producir ganadores cuyas habilidades son, literalmente, fuera de serie".

Por lo tanto, aquí está la pregunta: ¿Hay que estar entrenando a los niños de hoy para ganar los concursos de belleza, competiciones deportivas, concursos de ortografía o de cualquier ámbito que en el que participen? ¿Y a cualquier precio? ¿O los apoyamos para que sean lo mejor que puedan, dejándolos convertirse en su verdadero Yo auténtico y esperar que todo salga bien? Creo que sabes mi respuesta.

¿Cuáles son tus pensamientos sobre este tema en la crianza de los hijos?

LibroFaceIt*Vivian Diller es psicóloga, bailarina profesional y modelo. Conocida por sus artículos de belleza, envejecimiento, medios, modelos y bailarinas. Es autora del libro Face It: What Women Really Feel As Their Looks Change una guía psicológica para ayudar a las mujeres a lidiar con sus emociones respecto al cambio en su apariencia.

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