A veces pensamos que jugar “es cosa de niños”. Que se trata de una actividad sin sentido y de poca utilidad para los adultos. Estudios realizados demuestran que jugar es vital para el sano desarrollo de los niños e indispensable para llegar a ser adultos capaces de convivir socialmente y de crecer ante la adversidad.
Los niños desarrollan aptitudes físicas, cerebrales, emocionales, sociales y éticas.
Es una forma de crear y mantener lazos amistosos y sociales. La gente agresiva de adulta, es muy probable que haya jugado poco (o mal) de niña.
El juego en adultos y niños, es un estado mental ideal para la introspección, la creatividad y la solución de problemas.
Al potenciar nuestra capacidad de inventiva, estamos creando condiciones para aprender a adaptarnos con facilidad ante la caótica y sorpresiva vida.
Al ir jugando hacia una meta, vamos creando pasos hacia objetivos, vamos aprendiendo a planear y prever consecuencias.
Cuando el juego está acompañado de movimientos, se vitaliza el cuerpo y también se generan nuevas conexiones cerebrales.
Tomar la vida como un juego es restar importancia a los problemas insalvables y disfrutar más del presente. Es ser alegres.