Vivir en el pasado bajo la premisa de no volver a repetir los errores cometidos en realidad es volver a revivirlos una y otra vez, sin poder soltar y liberar el dolor o la frustración de esos momentos.
Vivir en el pasado únicamente nos ata más a esas emociones negativas que se convierten, con el paso del tiempo, en una losa demasiado pesada para llevar a cuestas en nuestra alma.
Caso contrario, vivir solamente pensando que mañana será mejor, que en cuanto logre esto o aquello mi vida mejorará, nos hace perseguir una felicidad inexistente y que depende de muchas circunstancias, las cuales sólo estamos esperando o planeando. Y así, esperando se pasan los días y finalmente la vida, sin llegar a ese momento tan anhelado.
Debemos comprender que el presente es el único momento que tenemos en nuestras manos y es el que guarda el poder para cambiar las emociones pasadas y construir el futuro que deseamos.
Ahora es cuando puedes cambiar tu actitud respecto a lo que ya fue, comprender que lo que pasó no se puede cambiar. Sin embargo, sí puedes cambiar tu actitud con respecto al mismo, liberar y agradecer las experiencias pasadas como una forma de crecimiento personal, que te han dejado un nuevo conocimiento.
Ahora es cuando puedes comenzar a construir aquello que anhelas, trabajando día a día en unir los bloques necesarios para lograr ese futuro brillante que sueñas. Siempre hay algo que puedes hacer sin importar si no tienes dinero (ya llegará), sin importar si no tienes tiempo (crea tú ese tiempo), sin importar que no tengas el conocimiento (adquiérelo).
Éstos son sólo algunos de los pretextos que nos ponemos para no actuar ahora en pos de ese sueño, para no salir de nuestra zona de confort. Pero son sólo trampas que lo único que logran es que dejemos ir cada preciado segundo de nuestra vida, segundos que no volverán jamás.
Hazte el propósito hoy de aprovechar cada segundo desde el momento de despertar hasta cuando vas a dormir, inicia el día con una sonrisa y un pensamiento positivo. Comprométete a dar lo mejor de ti y de hacer algo, aunque sea pequeño, en pos de ese sueño. No seas un barco a la deriva en el mar de la vida, sino más bien el capitán al mando del timón que conduce el barco a buen puerto con la fuerza de sortear las tormentas y olas que pudieran presentarse en el viaje, sabiendo que la tormenta no durará para siempre, pero lo aprendido durante la misma permanecerá para hacerte más sabio y hábil.
Escrito por: Gabriela O. Fortunat
Correo: gofortunat@yahoo.com