El mejor lugar para vivir, sentir, relacionarnos, trabajar y desarrollar nuestras actividades es en el mundo real.
Tendemos a dejarnos llevar por nuestra imaginación y a pensar que las cosas son, o serán, como las soñamos.
Creemos que el resto de la gente se comportará con los mismos valores que nosotros.
Suponemos que quien se nos acerca emocionalmente tiene las mismas intenciones que nos impulsan a ese acercamiento (ya sea una aventura o una pareja estable).
Pasamos por alto señales que no queremos ver, las desdibujamos, las minimizamos, incluso las justificamos, para que se ajusten a nuestro modelo mental de cómo deben ser las cosas.
La gente que nos rodea suele dar indicios acerca de si lo que expresa verbalmente es su intención real o solo palabras: si alguien miente, oculta o no es congruente entre lo que te dice y sus acciones, pues ahí está la respuesta. Clara, concisa, sin vueltas. Las únicas vueltas son las que tú estás dando para no ver la verdad.
Una cosa es embellecer un poco las cosas; otra diferente, engañarnos, omitirnos, aguantar lo inaguantable, pensar que alguien cambiará una característica de su personalidad que no nos gusta o que nos daña, sólo porque a nosotros se nos antoja que así sea.
¿Sueles intentar ver el mundo real o te quedas muchas veces en la fantasía?
Escrito por: Merlina Meiler
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