Escrito por: Laura Berdejo
A un año de nacer un 1º de octubre y mientras veía por el enorme ventanal hacia el mundo, me pregunté: “¿Y si no quiero nacer?”, cuando de pronto alguien detrás de mi me preguntó: “¿Quieres saber?”. Realmente me extrañó más esa pregunta puesto que jamás hice el comentario en voz alta y sólo contesté que sí, que sería interesante mi vida sin mí.
Mi bisabuelo no hubiera hecho un gran triciclo rojo con mi nombre en la carretita, ni me hubiera cargado en sus hombros, ni hubiera enseñado a nadie el “mal arte” de coleccionar mariposas clavándolas en cuadros, y por consiguiente habría una persona menos que le dieran asco esos bichos. Mi bisabuela no hubiera comprado madejas de estambre multicolor ni tampoco me hubiera heredado la recámara Art Noveau que desgraciadamente ni me quedé con ella, y su bolsa Art Decó de noche estaría ya quizá en la basura.
Mi madre no hubiera tenido con quien platicar, enojarse o tratar de hacer a su modo, o tratar de comprar esa vaca para Reyes que nunca consiguió. Tampoco hubiera compartido aquel gusto por Rock Hudson y sobre todo por la ñoñada, según muchos, de aquella película que hizo con Doris Day llamada “Pillow Talk”, ni mucho menos hubiera compartido admiración por Audrey Hepburn, sobre todo por su rol de Holly Golightly en “Desayuno en Tiffany´s”. O mucho menos decirle a alguien como me dice a mí- “¿Pero cómo es posible que te guste ese sin chiste de Humphrey Bogart?”-
Mis hermanos no hubieran tenido con quien platicar o hacer bromas, o bailar aquellas tardes soleadas de Narvarte con mi grabadora recién comprada, o decirle a alguien Peluquín, Pelucas, Enana o Ná. O con quien discutir el hecho de que ellos jamás escucharon a mi abuelo decir Gesundhait, cuando estornudábamos.
En la escuela tal vez hubiera quedado vacio el premio de 2º lugar de escribir cuentos en 5º de primaria, y el director de secundaria no hubiera tenido que hacer esa llamada de -“su hija es una rebelde”- a mi madre.
Los cursos de cineSting tendría una fanática menos, al igual que Woody Allen; Baryshnikov tendría una enamorada menos, y aquel 10º lugar en ese concurso de escritores de aquella revista no hubiera sido tan bien recibido como yo lo recibí e historia del arte se hubieran quedado con una alumna menos y por consiguiente mi hoy exmarido, no me hubiera conocido; no nos hubiéramos enamorado ni hubiéramos viajado, (tal vez él ni hubiera viajado), el no hubiera tenido con quien platicar su tesis sobre aquel cineasta inglés, con la cercanía con la que platicó conmigo en ese entonces; ni yo hubiera sentido esos nervios que sentí al tenerlo cerca por primera vez, y las papas a la francesa de seguro las estaría sirviendo en este momento a alguien que las ama atascadas de esa horrible salsa llamada catsup, y no solas sin ningún aderezo como me gustan. No le hubiera dejado a nadie sobre la almohada aquellos cigarros ridículos y aquellos chocolates de marca rara, o aquellos mensajes escritos en libros y libretas.
Entonces es obvio que no hubiera nacido mi Ojos Grandes, por lo cual su campamento y su escuela tendrían un alumno menos, mi madre no hubiera tenido a quien decirle “Caballerito ¿Le digo como amaneció la bolsa?” .Y habría un pequeño fanático menos de Star Wars, o Alien.
Sting tendría una fanática menos, al igual que Woody Allen; Baryshnikov tendría una enamorada menos, y aquel 10º lugar en ese concurso de escritores de aquella revista no hubiera sido tan bien recibido como yo lo recibí.
Mis antiguos jefes no hubieran tenido a quien pedir ayuda incluso para conectar teléfonos o cables, mi actual jefe estaría tratando de enseñar a su 60ª asistente todo lo que sé y agradezco, porque nadie le hubiera tenido la paciencia. Aquel abogado que me sonríe todas las mañanas no tendría a quien hacerlo y mucho menos aquel chico de sistemas que la da mucho gusto saludarme.
Mis amigas de hoy no tendrían a quien decirle “Bésame Lau” seguida de una risa, o Mi Law o Pajaremo, y no hubiera tenido en mi escritorio esos regalos de origami que guardo tan celosamente, y no hubieran tenido a quien regalarle ese dije de diseño de Paisley que tanto me encanta. Mis amigas de siempre no tendrían un hombro en donde llorar, no tendrían a ese alguien a quienes contar sus problemas sin ser juzgadas no tendrían esa risa loca ni esas bromas que las hace reír. Por tanto no tendrían a quien escuchar ni haber recibido esa llamada a deshoras o esas pláticas o charlas de café sobre los hombres de mi vida; y pues ellos no hubieran tenido a quien amar como lo hicieron, ni hubieran escuchado mi carcajada cuando decían algo realmente jocoso, y no es que me jacte de que tuviera muchos pero estoy segura que no hubieran escuchado ese “te amo”, “me gustas”, “te quiero”, como yo les dije o peor aún no hubieran sabido a quien besar como me besaron a mí. Y aquel hombre que amé con mucha pasión no hace mucho, jamás hubiera hecho esa llamada en la madrugada con deseos de verme y estar conmigo, como lo hizo esa madrugada de diciembre.
La casa donde viví 3 años hubiera estado sola o peor aún con gente no querida por sus dueños y mi gatita rasguñona hubiera sido sacrificada.
Y fue hasta ahí donde ví, porque en ese momento me dije: “Pues sí, su vida hubiera estado incompleta, y se hubieran perdido de mi risa loca, mi pasión por la vida, mis bonitos ojos y mi incomparable lunar en la mejilla izquierda”.
Y entonces, decidí nacer.
PS: Es obvio que al nacer me borraron el cassette, y que no me dijeron que junto con la decisión vendrían unos cuantos litros salados, unos cuantos kgs de bilis derramada o uno que otro berrinche o drama que ni María Callas pudiera superar en su mejor momento. Pero creo que fue mejor porque si no ¿Qué chiste tendría?
Escrito por: Laura Berdejo